miércoles, 2 de septiembre de 2009

Educar al adolescente

por Isabel Menéndez Benavente

Hablemos ahora de nosotros. De los padres. ¿Qué hacer ante un hijo adolescente? ¿Debo ser autoritario, amigo?, ¿Debo consentir, prohibir?…
Los padres deberán “ formarse” para afrontar esta etapa evolutiva. Deberán seguir las pautas de educación adecuadas para controlar y evitar el conflicto. Es importante que lean mucho sobre adolescencia. Al final del informe se dará una bibliografía sobre el tema. Lea libros sobre la adolescencia. Piense en su adolescencia. Espere cambios de humor en el hijo que normalmente es muy alegre y prepárese para más conflictos en el futuro que surgirán a medida que su hijo encuentre su lugar como persona. Los padres que saben lo que les espera pueden enfrentarse mejor a ello. Y cuanto más informados estén los padres, menor será el dolor.y
Es muy difícil conseguir en estos años una buena relación… Yo diría que es utópico, pero siempre podremos paliar un poco las consecuencias de la crisis en nuestra comunicación con ellos… Es evidente que con unos padres autoritarios , que toman ellos las decisiones unilateralmente los hijos serán incapaces de hacer nada porque siempre tendrán miedo, y si la rigidez ha sido mucha, lo más probable es que la crisis de oposición del chico o la chica sea mucho más grave. No olvidemos que el temor y el miedo nunca han sido formativos. Debemos enriquecer su personalidad no anularla.
Aquellos que son superprotectores tampoco favorecen a los adolescentes que serán chicos tímidos, inseguros, incapaces de tomar decisiones, con un exceso de control paterno afectivo, que no es más que una forma de chantaje emocional. “¿ te vas a ir? ¿ me dejas sola? Yo que siempre me sacrifiqué”....
El otro tipo de Padres permisivos o muy permisivos, igualitarios, hacen que casi no se distinga quien es quien. En realidad suelen ser padres inmaduros, que no asumen la responsabilidad de la educación, son despreocupados, negligentes, o con pocos recursos educativos… padres que por propia comodidad o por temor a ser impopulares ante sus hijos, mantienen actitudes de concesión constante. Ceden ante cualquier petición de los hijos. Esto es sin duda muy perjudicial, pues los niños crecerán sin patrones adecuados de conducta, no podrán identificarse con un modelo paterno, puesto que son colegas, y no podrán enfrentarse al mundo con la responsabilidad y la formación adecuadas porque sus padres no la han tenido.
¿Cuál sería pues el tipo de padres que pueden educar sanamente a sus hijos?
¿Qué postura es la adecuada para un buen desarrollo psicológico, emocional e intelectual del adolescente?
Padres moderadamente autoritarios:
• No se debe mandar hoy una cosa y mañana otra, con contradicciones porque evidentemente nos hará perder credibilidad.
• Cuando se toma una decisión hay que mantenerla. Previamente hay que razonarla pero una vez tomada, deberemos mantenerla aunque cueste trabajo o sacrificio…
• No se puede exigir a los hijos lo que no somos capaces de hacer. Mantener una congruencia de vida, no podemos pedir orden si somos un desastre….
• Se debe mantener el control. No dejarse llevar siempre por la ira, el enfado, puesto que nos puede llevar a dar órdenes que luego tendremos que corregir.
• Ser tolerantes con las pequeñas cosas, (la ropa, el tatuaje, el pendiente…) y poder exigir en las fundamentales.
• Mostrar interés por todas sus acciones. No exigir, dar órdenes y desaparecer de la escena, leer el periódico o marchar de casa, desatendiéndose del hijo.
• Disponer de muchísima paciencia. No debemos olvidar que ellos tratarán de imponer sus criterios, aprovecharse de nuestras debilidades, debemos ser perseverantes, no claudicando nunca, y cuando nos veamos desbordados pedir ayuda a un profesional que nos oriente.
• Valorar todo lo bueno, lo responsable que sea, aunque sea minimamente, pues así será estimulado, procurando estar siempre para ver también lo que ha hecho bien, aunque sea su deber (como estudiar, o recoger su habitación) puesto que en esta crisis esto a él, al adolescente, le supone un esfuerzo.
• Forman hijos con confianza en sí mismos, con altos niveles de autoestima e independencia. Valoran la autonomía.
• Refuerzan la conducta disciplinada. Saben decir no.
• Dan los consejos adecuados, pero no imponiendo siempre su criterio.
• Son padres, no amigos, pero no son inaccesibles.
• Mantienen una comunicación amplia y pueden detectar problemas

lunes, 31 de agosto de 2009

REFLEXIONES

“No estamos preparados..”
Daniel Korinfeld

¿Está desactualizada la escuela? La Capital – Mar del Plata



Una frase recorre las escuelas de nuestro país, dicha, entredicha, a media lengua, callada; atraviesa los patios de las escuelas más pobres y también los jardines de las más ricas: “No estamos preparados”, en boca o en mente de maestros, de directores, de profesores, de asesores… A veces de la mano de una serie de irrefutables argumentos en su favor, en ocasiones con un sesgo de justificación o de excusa, en otras, lleva a la búsqueda de razones en contrario y una suerte de autoconvencimiento de que todos los tiempos nuevos fueron difíciles.
Podemos desplegar esta frase respecto de la cual, creo, que podrán confirmar su “actualidad”, desplegarla y sumar los diversos argumentos que la sostienen y los afectos que conlleva. En estas líneas voy a intentar situarla, es decir, tratar de entender que nos dice de lo actual de la escuela.
Las demandas a las políticas en educación que indudablemente atraviesan las prácticas escolares, desde el presupuesto global a los salarios, de las condiciones de trabajo y salud a las currículas, desde las estrategias de formación y capacitación hasta las condiciones edilicias, están articuladas en esta frase; algo de la práctica y de sus variaciones y constantes en diferentes contextos nos señala que el desfasaje al que alude se expresa cuando se trata de afrontar los avatares e incertidumbres que la vida social y las instituciones fragilizadas nos plantean. Es indudable que ciertas condiciones insatisfechas y adversas son vitales para pensar esta idea de lo actual e inactual, aunque, lo subrayamos, no nos referimos exclusivamente al plano concreto y material.
La frase, irrumpe muchas veces con desesperación al afrontar situaciones de extrema vulnerabilidad o problemas que se presentan como inéditos, como nunca antes vividos, ante los cuales la experiencia -en una primera instancia y de modo aparente-, no ofrece líneas de pensamiento y de acción. Situaciones y hechos que se caracterizan por su alto grado de intensidad, conflictos soterrados o poco visibilizados que estallan repentinamente, o aquellos otros que se exhiben descarnadamente, la agresividad y la violencia en acto, la ausencia de mediaciones, la dificultad por descifrar sentidos, tipos de vínculos o “desvínculos” que sorprenden, desconciertan, desequilibran. Condiciones de existencia de niños, de adolescentes y de adultos y modos de relación con lo escolar que efectivamente cuestionan “lo preparado”, es decir, los enfoques habituales, estabilizados en la formación y transmisión institucional.
Es que la escuela ha de vérselas con lo actual y los tiempos que corren -¿acaso con la percepción de una mayor velocidad y creciente aceleración?- que dejan sensaciones de inermidad, indefensión, inseguridad, inestabilidad,
En una sociedad polarizada como la nuestra, las problemáticas preponderantes, en cada polo o sector social tienen sus diferencias - no es menor aquí la desproporción cuantitativa entre los sectores-, y no plantean las mismas urgencias, ni generan las mismas angustias, aún cuando compartan un conjunto de incertidumbres específicamente asociadas a las limitaciones del dispositivo escolar, allí podremos ubicar algo de lo no actual, lo no actualizado que merece ser repensado desde la propia implicación de los educadores.
“No estamos preparados” tal vez sea una frase que como analizador de la escuela, hable de lo que la partícula des, (desactualizada) denota respecto de lo actual: negación, oposición, contrariedad, privación. Convertir esa afirmación en pregunta, nos abre al otro polo de esta tensión, la escuela actualizada, lo activo que obra, que existe, que sucede o se usa en el momento presente, que se pone en acto todos los días con consecuencias y efectos diversos pero significativos para la gran mayoría de los que comparten una parte de sus vidas en la trama escolar.
La escuela prepara para otro tiempo que no es el de hoy, pensar la escuela, imaginarla distinta y mejor, es un tarea que convoca a muchos; lo que hay por transformar, aquello por sostener, lo que es preciso desterrar y lo que está por construirse, implica confianza en el presente, una audacia de pensamiento y acción en el esfuerzo de renovación de sus dispositivos, imaginando, experimentando, diferentes escenarios y vínculos educativos.

Nuevas tecnologías y educación

Acerca del uso de las nuevas tecnologías y educación

En la presente nota presentamos dos artículos con diferentes posturas acerca del uso del celular en las aulas. Por un lado la prohibición del uso que rige en Francia, por el otro una entrevista a Luis Quevedo que presenta una mirada diferente acerca del uso del celular que redujo, según el sociolog, la brecha digital.

Francia prohibió el uso del celular en las aulas
La medida rige para los menores de diez años. Italia y España lo habían hecho antes. En la argentina, sólo cuatro provincias imponen límites a los alumnos. En la ciudad, queda a criterio de cada establecimiento.
El gobierno francés prohibió el uso de teléfonos celulares en los colegios primarios a los chicos de hasta 10 años y se colocó, junto a España e Italia, que lo hicieron tiempo atrás, al frente de un debate educativo: pedagogos de todo el mundo sostienen que el uso de estos aparatos es una de las principales causas de distracción en horas de clase. En la Argentina, la restricción rige sólo en cuatro provincias y en la ciudad Buenos Aires, por ejemplo, es potestad de cada establecimiento limitar o no su uso.
La restricción francesa, sin embargo, apunta a proteger a los menores del daño de las ondas electromagnéticas que emiten los aparatos, aunque la Organización Mundial de Salud (OMS) negó que haya pruebas de esto. Pero también pretende ser un límite contra el abuso de los móviles, convertidos ahora en un elemento lúdico.
Luego de varios encuentros entre los responsables de la educación francesa, la ministra de Salud, Roselyne Bachelot, notificó a los directores de las escuelas primarias que los chicos de hasta quinto grado no pueden usar teléfonos en la escuela. Varias asociaciones ya pidieron ampliar la limitación hasta los chicos de 14 años. El gobierno francés, en busca de reglamentar la utilización del servicio en crecimiento, solicitó a las compañías telefónicas la invención de una máquina que permita utilizar el servicio de mensajes de texto pero sin llamadas telefónicas y que no vuelvan a aparecer menores de 10 años en publicidades de telefonía móvil.
En la Argentina, desde el Ministerio de Educación de la Nación negaron que haya alguna reglamentación general que impida utilizar los teléfonos en clase. “La decisión se toma en cada jurisdicción, según sus consideraciones”, mencionaron. Córdoba, Santa Fe, Catamarca y Santiago del Estero ya vetaron la utilización de celulares en las aulas, aunque no por motivos de salud sino para no conspirar en el aprendizaje. En la provincia de Buenos Aires rige la resolución 1.728 impulsada en 2006 por Adriana Puiggrós, la ex directora general de Cultura y Educación de la provincia. Según declaró a Crítica de la Argentina la actual diputada nacional, “en la medida en que no pudo haber un autocontrol por parte de los chicos, no hubo más remedio que prohibir su utilización en las clases. Es mejor educar con el consenso que con límites fuertes, pero se necesita ejercer ciertos controles para proteger a los alumnos en su educación”, explicó. “Cuando el teléfono se utilice con objetivos pedagógicos, como herramienta de las nuevas tecnologías, por su calculadora y la posibilidad de sacar fotos, será bienvenido. Utilizado con fines sociales, es un obstáculo para la enseñanza”, agregó la doctora en Pedagogía de la Universidad Nacional Autónoma de México.
La resolución francesa sugiere que los docentes tampoco lo utilicen en clases, aunque no impide que los alumnos lo lleven a la escuela.
En la ciudad de Buenos Aires la regulación la fijan los acuerdos de convivencia que elaboran alumnos, docentes y directivos de las instituciones educativas.

Fuente: Crítica
Más información: www.criticadigital.com

sábado, 1 de agosto de 2009